Soy Ramón y nunca quise ser bombero, torero, conductor de ambulancias ni policía. Yo quería ser médico y operar. Sin embargo, se impuso la tradición familiar y estudié Derecho, mas la casualidad cambió mi destino y acabé en Corredor de Seguros. Aunque al principio me costó un poco, ahora estoy enormemente satisfecho de ello. La prueba es que llevo ya más 40 años en esto y, 50 o 60 canas aparte, aún conservo todo el pelo.
Como Administrador de la sociedad, mi trabajo consiste en dirigir el día a día del negocio, cosa que consigo por la gran colaboración de todas las personas que habitan esta empresa. Como Corredor, me van los retos: cuanta mayor complejidad técnica tengan los riesgos a asegurar, más me gustan.
Me dicen que soy bueno explicando las cosas y que por la vehemencia que pongo en ello, resulto convincente. En realidad me parece que es porque digo lo que creo y creo en lo que digo.
Cuando no estoy trabajando me gusta estar con mi familia y mis amigos. También las largas conversaciones de sobremesa. Leo de casi todo y sigo jugando mal al golf, pero al mus soy campeón de mundo. Hago mis propios muebles, siempre en madera, como debe ser.
Si me reencarno, seré trompetista y viviré en Alaska.
