Mi incursión en el mundo asegurador tuvo lugar con 19 años, cuando la posibilidad de compaginar los estudios superiores con un trabajo era una opción muy golosa. Se produjo casi por casualidad y en una compañía de seguros que destinaba su producto a familias con pocas o escasas posibilidades económicas, justo en el mismo año en que iniciaba mis estudios de Filología en la Universidad.
A priori, no era un trabajo especialmente atractivo pero, uniendo el beneficio social que suponía “ayudar y proteger” los patrimonios de esas familias y mi capacidad de comunicación, conseguí una combinación perfecta, lo que fue razón suficiente para adentrarme en el “mundillo asegurador”.
Desde entonces he trabajado y colaborado durante años para varios corredores de seguros en Lleida y mi “salto” profesional llegó con la posibilidad de entrar a formar parte de la plantilla de esta Correduría, Urquía & Bas.
En Urquía & Bas he podido trabajar en cada uno de los departamentos de la empresa y actualmente soy una de las componentes del departamento de siniestros.
Este departamento me ofrece la posibilidad de estar subida en una montaña rusa constantemente, en continuo trato con el cliente, defendiendo sus intereses y de paso, desarrollando mi verdadera vocación, litigante o periodista de investigación; porque no suelo acobardarme ante las adversidades y no doy mi brazo a torcer con facilidad, aunque siempre he sabido reconocer un buen consejo, recogerlo y “aplicarme el cuento”
Ante el gran desgaste de adrenalina en el día a día del trabajo, en mi tiempo libre disfruto de mi familia, mi esposo y mi hijo que son mis puntos de apoyo, a los que adoro y necesito para “recargar las pilas”.
A menudo sueño que cuando mi vida laboral llegue a su fin, me encontraré con la energía y ganas de disfrutar de un laaaaaaaaaaaaaaaaargo y merecidíííííííííííííííííísimo tiempo de descanso, en el que mi primer contacto con el nuevo día no será escuchar el chirriante sonido de un despertador. Pasaré largas temporadas del año en lugares donde descargaré la electricidad estática acumulada, paseando al atardecer por maravillosas playas de arena blanca, en los diferentes países que, con esa maravillosa edad y junto a los míos, nos falten por conocer.